El ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo
Hace 55 años se produjo uno de los hechos más
trascendentales en la historia del país, que abrió las puertas a la libertad
del pueblo dominicano: el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas
Trujillo.
El 30 de mayo
del 1961 un grupo de hombres armados de valor y con una única motivación,
la búsqueda de la libertad, arriesgaron sus vidas para liberar al pueblo
dominicano de la más cruel y sanguinaria dictadura que ha tenido el país, que
se llevó entre sus garras a más de 50 mil personas, y que se mantuvo a
base de terror y represión por 31 años.
Aunque la
conspiración estaba debidamente planificada, las cosas no se dieron de acuerdo
a la estrategia pautada, el ajusticiamiento tuvo que adelantarse, sin embargo,
cumplió su objetivo, terminó con la Era de Trujillo, como se le conoce a este
período de la historia dominicana, considerado como una de las dictaduras más
sangrientas del siglo XX.
Y es que,
cuando Antonio de la Maza recibió la información que la noche del martes 30 de
mayo Trujillo iría a su casa en San Cristóbal, no dudó ni un instante,
supo que había llegado el día. En ese momento podía olerse en el aire la tan esperada
libertad, por lo que de inmediato contactó a Salvador Estrella Sadhalá, Antonio
Imbert Barreras, Huáscar Tejeda, Amado García Guerrero, Roberto Pastoriza y
Pedro Livio Cedeño.
Ese día, a
las 9:45 de la noche, los conspiradores, divididos en tres vehículos,
emboscaron el Chevrolet azul en el que viajaba el dictador por la avenida
George Washington.
Los primeros
en disparar fueron De la Maza y García Guerrero. El tiroteo fue intenso,
la lluvia de balas obligó a que los ajusticiadores, Trujillo
y su chofer salieran de los vehículos y que el enfrentamiento se
produjera en medio del paseo central de la avenida.
Más de 60
balas de diversos calibres impactaron en el carro, siete de ellas dieron
en el blanco, el cuerpo del dictador.
Sin embargo,
dos disparos fueron los mortales, el primero de ellos, el que salió de la
escopeta de Imbert impactando en el pecho del tirano, esta descarga se produjo
a tan pocos metros que hizo que Trujillo cayera y quedara tendido boca
arriba en el piso.
Los
conspiradores tenían que asegurarse de la culminación de esta época, y
entonces, fue cuando De la Maza se aproximó cautelosamente al
cuerpo del dictador y le dio la estocada final, un tiro en la barbilla.
No obstante,
aunque lograron la tan anhelada libertad, los precursores no pudieron
disfrutarla, pues en la escena donde se produjo el ajusticiamiento
dejaron varias pistas, además de que un testigo del hecho vivió, el
chofer de Trujillo, Zacarías de la Cruz, la unión de todos estos factores
dio con la captura y acribillamiento de los libertadores del pueblo
dominicano.
El 2 de junio
de 1961 agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) irrumpieron en
la casa del teniente Amado García Guerrero donde lo asesinaron de varios
disparos de ametralladoras. El 4 de junio de ese mismo año fueron asesinados
otros dos implicados, Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza. El 10 de junio fue
apresado y torturado el general José René Román Fernández Pupo, quien fungía como secretario de
las Fuerzas Armadas de la dictadura, ya que se descubrió que éste estaba
vinculado al asesinato.
El 18 de
noviembre fueron capturados Roberto Rafael Pastoriza Neret, Pedro Livio Cedeño
Herrera, Luis Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz Quezada, Huáscar Antonio
Tejeda Pimentel y Luis Manuel Cáceres Michel Tunti, éstos fueron llevados a la
Hacienda María en San Cristóbal, donde fueron fusilados por órdenes de
Ramfis Trujillo, hijo del tirano.
Casi todos
los implicados en el complot para acabar con el tirano pagaron con sus vidas su
hazaña. Sin embargo, el sacrificio no fue en vano; aunque imperfecta, los
dominicanos viven en democracia y con la esperanza de que nunca más vuelva un
Trujillo por esta tierra.
Con la muerte de Rafael Leónidas Trujillo, se puso fin a una de las
dictaduras más siniestras del Siglo XX.
La Historia nos muestra dictadores que permanecieron, o permanecen,
largo tiempo en el poder gracias a su habilidad, a su inteligencia o a su
carisma personal. El caso de Trujillo es novelesco porque su mandato estuvo
basado en el terror y en la brutalidad.
Luego de todos estos hechos los Trujillos fueron expulsados del país y
Joaquín Balaguer quedó como Presidente de la República, no obstante debido a
las presiones estadounidenses Balaguer fue exiliado también.
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